Tras varios años de experiencia en el mundo de la heladería, Ricardo sentía que su creatividad estaba limitada por las normativas de las grandes empresas. La heladería siempre había sido su pasión, y comenzó a compaginar su trabajo a tiempo completo con la creación de helados para amigos y familiares. Poco a poco, la voz sobre la calidad de sus helados se fue corriendo, y pronto se vio desbordado con los encargos. La pasión por lo que hacía lo impulsó a tomar una decisión arriesgada: dejar su empleo estable y emprender su propio negocio.
Ricardo vino a la Fundación Nantik Lum con un objetivo claro: obtener un microcrédito que le permitiera abrir su propia heladería artesanal. Hoy, Dai Gelato se ha consolidado como una de las heladerías más destacadas en Madrid, conocida por la frescura y la calidad de sus productos.
Ver esta publicación en Instagram
Una publicación compartida por Fundación Nantik Lum (@fundacionnantiklum)