El feminismo y los hombres
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, reflexionamos sobre el papel de los hombres en el movimiento feminista. ¿Incumbe el feminismo también a los hombres? ¿Qué podemos hacer para que cada vez más hombres participen y se impliquen en este movimiento?
Según la RAE, el feminismo es “el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Nos atañe a todas y todos y es algo deseable. Entonces, ¿por qué tantos hombres sienten reticencia a declararse abiertamente feministas?
La propia denominación del “feminismo” crea confusión
Muchos hombres no comprenden por qué un movimiento que busca la igualdad no se llama “igualismo” y acuñan la típica (y errónea) frase de “yo no soy ni machista ni feminista”.
El motivo de que este movimiento se designe así es sencillo: el feminismo no persigue que todo sea igual y que la mujer se adapte a las normas y reglas masculinas tradicionales de la sociedad, sino que cada uno/a tenga sus propios derechos y libertades según sus características.
También es importante reseñar que el término es oportuno puesto que mujeres y hombres no partimos de la misma casilla de salida sino de una desigualdad histórica que queremos corregir. Por tanto “machismo” y “feminismo” no son conceptos antagónicos: el primero es un movimiento opresor y el segundo liberador.
La politización del feminismo
Hay tantos feminismos como personas y son muchos los paradigmas y las corrientes intelectuales que lo respaldan. Esto complica la definición de “feminismo” y genera confusión.
Muchos sectores políticos intentan apropiarse del movimiento mezclando sus propias consignas de manera partidista lo que provoca que no todo el mundo sepa a qué nos referimos cuando hablamos del término.
Por este motivo, el feminismo debe ser una ideología transversal, no excluyente en base a la ideología política y abrazada por todas las mujeres y hombres que buscan la igualdad, la justicia y la defensa de los derechos humanos.
Si politizamos, lo único que conseguimos es crear reacciones contrarias, incluso entre las propias mujeres.
Hay que lograr una comunicación asertiva
Algunos hombres son machistas no por elección sino porque han sido educados de esa manera y no conocen otra forma de ser. Es difícil deconstruir ideas y creencias tan fuertemente arraigadas y, sin una buena educación en igualdad, se hace inviable que estos hombres se aproximen al feminismo por sí mismos.
Tampoco incita a la participación masculina el hecho de que, desde algunos sectores del movimiento, la comunicación sea generalizadora, agresiva, desde el dolor y con proclamas culpabilizadoras y ofensivas del tipo “los hombres nos maltratan”, “nos están matando”, etc. Desde una posición más tolerante y asertiva se lograría mucho más.
El feminismo es beneficioso para los hombres
La igualdad nos beneficia a todas y todos. El machismo es mayoritariamente perjudicial para las mujeres, pero también lo es para ellos. Les obliga a encajar en un estereotipo fuerte y alejado de lo emocional que los puede llevar a tener problemas psicológicos, sociales y conductas temerarias que pudieran poner en peligro su vida (mayor tasa de adicciones, accidentes, etc.).
El feminismo quiere que cada persona decida quién y cómo ser. Por tanto, también libera a los hombres y, cuando son conscientes de esto, es mucho más fácil que abracen el movimiento.
Los hombres también han contribuido al feminismo
El feminismo es mérito de todas las mujeres, conocidas y anónimas, que han luchado (y luchan) a lo largo de la historia en defensa de los derechos femeninos y en pro de la igualdad, incluso con su vida, como Mary Wollstonecraft, Sojourner Truth, Olympe de Gouges, Simone de Beauvoir, Concepción Arenal y Clara Campoamor, entre otras.
Asimismo, históricamente también ha habido hombres que nos han acompañado en la lucha por la igualdad como Stuart Mill, Qasim Amin, Poullain de la Barre o Frederick Douglas.
Diálogo, respeto y empatía
El feminismo es de todas y todos y hasta que los hombres no se sumen al movimiento el trabajo estará a medio hacer. Se requiere tiempo, grandes dosis de pedagogía, tolerancia y mucho diálogo para lograrlo.
En Nantik Lum abogamos por un feminismo progresista, relativista, abierto, inclusivo, con pensamiento crítico y respetuoso con todas las identidades.