Claves para afrontar la ‘nueva normalidad’
El escenario post-confinamiento se presenta plagado de incertidumbre, pérdida generalizada de ingresos en los hogares, y caída de la producción en todos los sectores.
A mediados de marzo se decretó el cierre productivo de gran parte de la economía nacional. El Estado se apresuró en adoptar medidas orientadas a evitar la destrucción masiva de empleo y el cierre generalizado de empresas. Y, además, se configuraron mecanismos de ayudas orientadas a garantizar el flujo de rentas en los hogares y avales, garantías y moratorias para cubrir el riesgo de la financiación.
Pese a ello, los impagos de alquiler y consumo se han disparado durante los últimos 3 meses, los hogares han visto reducido sus ingresos y las empresas han comenzado la “desescalada” con restricciones que limitan su acción productiva y, por tanto, su capacidad de ingresos. Todo ello puede formar un cóctel que, guiado por la inercia, lleve a un escenario de impagos y sobre-endeudamiento difícil de afrontar para gran parte de la población. Con un Sector Público con un margen de actuación cada vez más limitado, debido a la falta de capacidades productivas propias y al elevado volumen de deuda que arrastra durante la última década.
Por otro lado, la evolución del endeudamiento y del crédito de hogares y empresas están presentando cambios de tendencia. Centrándonos en los hogares, si antes de la crisis sanitaria habían logrado reducir sus deudas hipotecarias gracias a la caída en los tipos de interés debido a la crisis financiera de 2008, y por contra habían aumentado los créditos al consumo, parece que en esta nueva situación la tendencia generalizada está siendo la de reducir el total de deuda. Algo lógico en un escenario de máxima incertidumbre donde todavía no se puede asegurar, por ejemplo, la aparición de nuevos brotes en el corto plazo que sigan limitando la capacidad productiva y la generación de ingresos.
Pero, ¿cómo pueden afrontar familias y hogares este nuevo escenario?
Lo primero: reducir la incertidumbre al máximo. En este caso, una de las acciones clave sería el análisis del equilibrio económico mediante el control exhaustivo de ingresos y gastos, por ejemplo, mediante un presupuesto familiar que sirva de guía para reconocer la situación inicial.
Segundo, y una vez trabajada esta información: analizar el equilibrio dado entre dichos ingresos y gastos, a fin de aumentar el margen de actuación y respuesta ante imprevistos. ¿Cuánto son los gastos fijos de la familia?, ¿existe algún gasto no indispensable que se pueda eliminar?, ¿se debe tener en cuenta algún período donde se acumulen ciertos gastos a los que haya que hacer frente, por ejemplo, en agosto la compra de material escolar?…
Y tercero: desarrollar acciones concretas que puedan generar ahorro y mejorar dicho equilibrio. ¿Sería posible un cambio de compañía proveedora de suministros (luz, gas, telefonía móvil…) que permita algún ahorro?, ¿es posible renegociar las condiciones o el plazo de devolución de algún crédito pendiente para reducir la cuota de pago mensual y aliviar el cómputo de gastos a afrontar?, ¿es posible generar algún nuevo ingreso por trabajo por cuenta propia o ajena?, ¿puedo ahorrar algo en la lista de la compra?…
Se trataría, por tanto, de evitar la incertidumbre mediante la planificación y el control de la información para poder ser conscientes de la situación en todo momento y poder tomar decisiones correctas que mejoren la disponibilidad de liquidez, limitando en la medida de lo posible el impacto derivado de la actual crisis.
Ante esta perspectiva, desde la Fundación Nantik Lum seguimos trabajando para adaptar nuestros itinerarios y poder cubrir las nuevas demandas en el ámbito de la Salud Financiera de personal técnico y familias.
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